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BATALLA DE SAN FERNANDO DE APURE DE 1922. ÚLTIMO GRAN INTENTO POR DERROCAR A JUAN VICENTE GÓMEZ


     ING. VLADIMIR HIDALGO LOGGIODICE


Esta histórica narrativa es la fusión de textos de connotados escritores venezolanos, algunos apureños, que ilustran los hechos acaecidos en la capital del llano el 20 de mayo de 1922. Sobresalen las plumas de Julio César Sánchez Olivo ("Sangrienta batalla en San Fernando de Apure el 20 de mayo de 1922"), Eduardo Hernández Carstens ("20 de mayo de 1922. Batalla de San Fernando"), Rafael Ramón Castellano ("San Fernando de Apure. Combate del 20 de mayo de 1922"), Argenis Méndez Echenique ("A 100 años del sangriento combate del 20 de mayo de 1922 en San Fernando de Apure"), Andrés Eloy Blanco (Columna "Campanadas" del diario caraqueño El País), testigo presencial del enfrentamiento entre revolucionarios y leales a la dictadura de Gómez, y Saverio Ruiz Bolívar ("Verdaderos testimonios revolucionarios opacados por historiadores bajo la sombra de la oligarquía").

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En el año 1921, un importante grupo de revolucionarios, adversos al régimen del general Juan Vicente Gómez, se reunen clandestinamente en San Fernando de Atabapo, capital del Territorio Federal Amazonas. Entre los principales líderes hacen presencia los generales Pedro Pérez Delgado, conocido como “Maisanta”, Rafael Emilio Arévalo Cedeño, Roberto Vargas Díaz, Waldino Arriaga Perdomo, Francisco Parra Pacheco, Alfredo Franco, Carmelo París; y los coroneles Carlos Vásquez, Ignacio Fernández, Carlos María Infante, Rafael Campero, Manuel Campos, Ramón Pérez Márquez, hijo de “Maisanta”, y Rafael Castillo. En esta asamblea es aprobada una importante estrategia y la misma es encomendada bajo la responsabilidad de Pérez Delgado y su hijo Ramón, quienes de inmediato proceden a ponerla en práctica. Se dirigen a San Fernando de Apure y llegan al despacho del presidente del estado, doctor y general Hernán Febres Cordero, para entrevistarse con él. Le manifiestan que acogiéndose a las garantías del gobierno regional y nacional están dispuestos a deponer toda actividad rebelde y acatar sus disposiciones con fidelidad.



 Al transcurrir algunos días, Pérez Delgado le comunica a Febres Cordero, en términos muy confidenciales, haber recibido una información con carácter sorpresivo, de un grupo de subversivos que quieren tomar por asalto la ciudad de San Fernando de Apure y la fecha escogida es el 20 de Mayo de 1922, a las doce meridiano, con el objetivo de derrocar a las autoridades locales y nacionales. Febres admite y le otorga mando en las tropas del batallón Guaicaipuro con sede en la entidad. Este es el primer paso firme y valioso para la conspiración en proceso. Lograr su aceptación en las milicias gomecistas y poner en alerta a Febres Cordero de la aproximación de la hueste opositora, le gana algo de confianza del mandatario, que solicita a la oficina del presidente Gómez suficiente dotación de material bélico (fusiles y municiones). El general golpista continúa con los planes previstos y el segundo paso lo aplicaría el 20 de Mayo al detener y llevar a prisión al gobernante de Apure, nombrando encargado al general Waldino Arriaga Perdomo. Luego proseguirían hacia el centro del país para deponer a Juan Vicente Gómez. La táctica contempla desmantelar el telégrafo en San Fernando, Camaguán, Calabozo y Villa de Cura, también apoyar esas poblaciones con soldados. Pérez Delgado prosigue sus labores normales con el ejército y frecuenta las calles cabalgando. Tiene mucha popularidad en la población y participa en tertulias con sus coterráneos en la esquina de la "Casa Altamira”, propiedad de José Rujana, padre de Carmelo Rujana, y distrae a los niños mostrando sus destrezas de buen jinete. Febres, bellaco por demás, tiene suficientes espías y le ponen el ojo a Maisanta y su hijo Ramón.


Mientras tanto, los generales Francisco Parra Pacheco y Carmelo París terminan de organizar a 250 combatientes en territorio colombiano e invaden por un lugar cercano a Elorza (población dividida por la línea fronteriza con el vecino país. La parte colombiana se llama El Viento y la venezolana Elorza). Este par de experimentados militares, aunque ya octagenarios, gozan de prestigio por su larga y constante actividad contra la dictadura imperante. En el camino aumentan a 400 hombres, entre ellos varios oficiales veteranos en las revueltas armadas. Waldino Arriaga, dedicado a la actividad privada en Apure y de aproximadamente cuarenta y dos años de edad, trama a fondo en San Fernando y en contacto directo con las otras cabezas del alzamiento. El coronel Ramón Pérez Márquez, acostumbrado a pasear en caballo por las calles sanfernandinas, por su aspecto juvenil es admirado por hermosas mujeres, siendo seducido por una linda dama y por falta de madurez o quizás por quedar bien plantado con esa “Dalila”, le confiesa con detalles los planes de rebelión que construye junto a su padre para tumbar al sistema antidemocrático. La mujer es espía y alerta a Febres Cordero, que silenciosamente, toma las medidas necesarias para aplicarlas el día 20 de la batalla. El complot está develado y la emboscada es preparada.


Arriaga Perdomo es estrechamente vigilado, aún así, burla a sus seguidores la noche del 19 de mayo, incorporándose a la sublevación cerca de "Las Patillas", próximo a San Juan de Payara y a cuarenta kilómetros al oeste de la capital. Inmediatamente asume la comandancia de operaciones que se le tiene asignada. El 20 de mayo el Palacio Fonsequero, sede del ejecutivo regional, luce con trincheras a su alrededor y en esa misma manzana el cuartel militar con soldados y civiles en posiciones de francotiradores, bajo las órdenes del general larense Tovar Díaz, con alta experiencia combatiendo las insurrecciones contra Gómez en Apure. Al amanecer, a la hora del toque de diana, nombra en comisión a Pedro Pérez Delgado junto con Ramón Pérez Márquez, con la misión de efectuar un reconocimiento militar hacia el caserío Biruaca. Luego envía otra comisión con oficiales de su confianza, adscritos al batallón Guaicaipuro, por la vía sur de la sabana “La Cipriana”, donde hoy se ubica la urbanización “Llano Alto”, hacia el referido caserío, con instrucciones de hacer prisioneros a Pérez Delgado y Pérez Márquez. Se cumple la orden al llegar a Biruaca, efectúan la detención y trasladan los presos al palacio. La acción sorprende a Pérez Delgado al no oponer resistencia por estar confiado que los oficiales encargados de su captura son de su mismo batallón y actúan con mucha rapidez y precaución.


Los amotinados, ignorando el arresto de Maisanta y su hijo, entran a San Fernando por "Samán Llorón", se desplazan por "Casa de Zinc" y llegan al hato "Las Marías", propiedad de Manuel Mendible, donde ahora es el liceo "Francisco Lazo Martí". Planifican cuatro flancos de ataque, pero las municiones son escasas para el armamento portado, siempre confiando en las pericias de Pedro Pérez. El poeta y abogado Andrés Eloy Blanco, testigo presencial de los hechos escribe, "La revolución no entró por las calles, venía atravesando casas y llegó a dominar toda la población. La columna que venía por las casas traía a su frente al negro Palacios y el temerario Carlos Vásquez. En duelo singular cae el coronel Angulo, valientísimo oficial del gobierno, a manos de su digno adversario Carlos Vásquez. De los defensores distinguieron principalmente el general José Antonio Espinoza y el doctor Gerardo Galletti. Al tiempo que Palacios y Vásquez entraban perforando paredes o saltando techos por las calles Bolívar y Sucre, hasta tomar la casa presidencial (Palacio Fonsequero); el general Arriaga, al frente de sus tropas y sable en mano, entró por El Cañito, calle vecina al río Apure. Trataba de salir por la planta de electricidad de los Palos de Agua a la plaza Libertad, entre los edificios de los Barbarito y Felipe Ramos. Y cuenta la voz unánime del pueblo que Arriaga fue tirado a punto fijo desde lo alto de una residencia ocupada por las fuerzas gubernamentales, perteneciente al señor Teófilo Decanio, intersección de las calles Comercio y Arévalo González. Dos balas de máuser recibió en su cuerpo, picó espuelas y cargó, y dice el mismo pueblo, que iba con el mondongo en la mano. Lo cierto es que la gloria mayor de aquella jornada fue de aquel hombre noble, generoso y bravo, cuya mano de amigo tuve el privilegio de estrechar muchas veces".



Prosigue el relato de Andrés Eloy Blanco, "Arriaga Perdomo murió en la casa de un apureño honorable que le abrió sus puertas con hidalga entereza, digno de la limpia tradición de aquella tierra milagrosa: don Francisco Echenique. Cuenta la gente, que cuando el bravo luchador llegó moribundo a la casa dijo : ¡Vengo a morir en la casa de un amigo!". Se ha dicho que hubo una persona que al asomarse lo vio sangrante y ofreció curarlo, pero aquel contestó: "Los muertos no se curan". El pelotón de Arriaga que avanzaba hacia la Plaza Libertad, frente al Palacio Fonsequero, fue diezmado. En su último aliento oye la corneta de retirada y exclama: "¡Perdimos la revolución!". Cita Sebastián Arriaga Perdomo, hermano de Waldino, "La muerte de Waldino trajo el desconcierto, todos los jefes se desanimaron. No hubo quien lo reemplazara al mando. Vásquez, Palacios y yo, estábamos en la manzana de las Cedeño, y como el parque ya se nos había agotado, fui donde estaba el Estado Mayor, los generales Parra Pacheco y París, que después de haber dominado nosotros la ciudad, viniéronse desde "Casa de Zinc" hasta "Jobalito" a buscar municiones. Allí me dijo el general Parra Pacheco: 'Sostenga las posiciones conquistadas. Su hermano el general Arriaga no ha muerto, pero está gravemente herido; aquí está su espada, que la envió con orden de entregársela a usted'. Cuando regresé, el desorden en nuestras filas era completo, y el gobierno contra atacaba fuertemente aprovechando el desconcierto. Enseguida oí vivas al gobierno a mis espaldas. Comprendí que estábamos perdidos. No encontré a gente nuestra".


Sebastián Arriaga se esconde con los cinco hombres que le acompañaban. En cada oportunidad atraviesan la calle hasta llegar a la casa de Castorila de La Cruz, quien les brinda refugio hasta escapar a los ocho días. Julio César Sánchez Olivo ofrece detalles, "Fueron muchos los muertos y se dice que un gran número de cadáveres fueron incinerados por orden del gobierno frente al cementerio, por donde hoy va la Avenida Chimborazo. Los restos o cenizas fueron sepultados en fosa común". Saverio Ruiz Bolívar narra, "Los sobrevivientes de la revolución llegaron y pernoctaron en el hato La Auyama, de Francisco Catalino Navarro, y en la madrugada continuaron con su retirada, dividiéndose en dos grupos. Uno salió vía Achaguas y Portuguesa, el otro, integrado por el general Rafael Emilio Arévalo Cedeño, tomó camino a San Juan de Payara, San Rafael de Atamaica, La Urbana, Cazorla y Valle de la Pascua".


Días después del enfrentamiento, los prisioneros son llevados a la Plaza Libertad, entre ellos Pedro Pérez Delgado y su hijo. Febres Cordero llama al pueblo para que presencie la colocación de los grilletes a la altura de los tobillos. Posteriormente son trasladados a la cárcel en Ciudad Bolívar. Después Juan Vicente Gómez ordena la presencia de Pérez Delgado y Pérez Márquez en su despacho de Maracay, para luego terminar en el castillo Libertador de Puerto Cabello. En junio de ese año detienen en Barinas al general Parra Pacheco y al coronel Julián Martínez, que confiesan al Dr. Isilio Febres Cordero, presidente del estado Zamora, los detalles del golpe frustrado y los comprometidos con el mismo, nombrando ambos a Manuel Mendible, que a última hora se queda en su casa y no participa en la batalla. Arriaga Perdomo contaba con contactos en varios estados y de caer la plaza de San Fernando habríase formado un poderoso ejército para enfrentar a los cuadros de Gómez en el centro del país.


"En nuestro pueblo llanero se ha mantenido vivo un sentimiento contrario a los despotismos y un gran amor a la libertad. Teodoro Sánchez, mi hermano mayor, mantuvo hasta hace poco tiempo la costumbre de disparar un cohete en la esquina de su casa en San Fernando, todos los 20 de Mayo a las doce del mediodía, hora en que entró la revolución, como conmemoración de la histórica fecha", (Julio César Sánchez Olivo, 1979). Aún retumba en Apure y Venezuela los deseos de vida sin ataduras. Aquellos guerreros que ofrecieron todo para acabar con la dictadura, sirven de ejemplo a las mujeres y hombres de hoy para gritar Libertad, Libertad, Libertad. Por ello, la Batalla de San Fernando de 1922 es una Vivencia de mi Pueblo.



*** Edición y Montaje, Lic. Wladimir José Hidalgo Benítez.

*** Agradecemos a Omar Viana, cronista de Bruzual, por los documentos históricos enviados. Al Dr. Iván Darío Pérez Castillo y señora Rina Tinedo de Urdaneta por la asesoría y fotografías. Al profesor Eduardo Hernández Bolívar por sus gráficas.

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Comentarios

  1. Buen trabajo. Hay uno al respecto que supongo desconoces, es de Pedro Pablo Olivares, historiador nativo de Achaguas, titulado: "MOVIMIENTOS DESESTABILIZADORES DEL GOBIERNO GOMECISTA DESDE APURE".1987

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