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FRANCISCO MONTOYA. EL TIGRE DE PAYARA

   

     ING. VLADIMIR HIDALGO LOGGIODICE


"... Usted mismo va a salir a regar la novedad, va al comando y la alcaldía ligero antes de más na. Es importante que sepa primero la autoridad, para que busque una gente que sea guapa y bien armá. Entró el mozo a la alcaldía, lo mandaron a sentá, y le preguntó el alcalde, '¿tiene algo qué averiguá?'. El niño estaba asustado, comenzó a balbuceá, hizo esfuerzo dos veces y le pudo contestá, 'si tengo algo pendiente, le vine a participá, que un tigre en la Boca El Diablo se iba comiendo a papá y no se lo comió de santa casualidad, porque papá puso el pie con lo de alante pa atrás'. Y cuando el mozo regresó la voz estaba regá. Toditos le preguntaban, '¿cuándo es la ida a tigreá?'. Unos limpiando escopetas que las tenían arrumás y otros estaban amolando lanzas viejas amellás. Del comando y la alcaldía mandaron a reclutá hombres a una comisión para salir a tigreá. El pueblo se amotinó, lo mandaron a regá, que se fueran las mujeres y los menores de edad. Se reúne esa hombrería , entran a conferencía, ¿quiénes serán los lanceros, quiénes lo iban a tirá? En alto y claro dijeron, 'vamos a candidatiá la gente que vaya al tigre debe ser clasificá, hombres de barba en la cara y de cierta seriedad, que tiren a un lado del blanco y peguen en la mitad". A esa letra debe José Francisco Montoya Parra su nombre artístico "El Tigre de Payara".


Nace el 20 de julio de 1943, en el sector Apure Sequito de San Juan de Payara, de la unión conyugal de María Luisa Parra y Luis María Montoya, cantante y arpista. Crece oyendo a su padre interpretar letras autóctonas y ejecutando labores de campo. Desde los ocho años canta y contrapuntea con su hermano Ovidio y vecinos contemporáneos, mientras ordeñan, arrean el ganado y otras faenas típicas de la región. En segundo grado participa en un acto cultural y los compañeros de estudio lo cargan en hombros por toda la escuela para exaltar su talento. Recuerda Montoya, "Desde muy joven iba a los bailes de campo y donde había un parrando estaba pendiente de ver y oír a los copleros de entonces. Contrapunteaba con ellos y cantaba los pasajitos de Angel Custodio Loyola. A los 16 años le dije a mi mamá que me llevara a un lugar llamado Los Arrieros, en La Candelaria, para conocer a Loyola. Por esa gente me guié y cogí el rumbo de lo que soy como artista. Doce meses después ya estudiaba en el liceo Francisco Lazo Martí, ubicado donde ahora está el bulevar de San Fernando. Todas las mañanas me mandaban a clases y corría derechito a la casa de Ignacio "Indio" Figueredo a aprender a tocar arpa. Me decía, 'sobrino venga y me canta este pasaje', y un buen día manifestó, 'Francisco, tú eres mejor cantante que músico, mejor te dedicas a cantar'. Eso era lo que me gustaba y no le ponía cuidado a los estudios. Mi hermano Ernesto costeaba la totalidad de mis gastos y al enterarse de lo que hacía, como castigo, me manda de maestro interino a una escuela en Capanaparo donde él laboraba. Allá quedo aislado en julio, no llegaban carros y los motores de borda pasaban lejos de donde yo vivía. No aguanté mucho y me fuí al hato San Leonardo, en cuya pista aterrizaban los aviones a buscar carne en grandes cantidades. Hablé con el Dr. Heredia, propietario del hato, para conseguir una cola e irme hasta Maiquetía en una aeronave. Lo logro y lleno de sangre llegué al aeropuerto. Pasé a Caracas y envié todos los libros a mi hermano Ernesto".



Inicia profesionalmente en el canto a los dieciocho años, y graba su primer disco en 1961, "De Montiel a Los Cocuyos", con el acompañamiento en las treintidos cuerdas del arpa de su mentor Ignacio "Indio" Figueredo. Este intento pasa desapercibido, pero en 1965 sale al mercado el long play "Sentimiento apureño", que incluye una canción con el mismo nombre en ritmo de pasaje, y lo hace conocido en todo el país. La pieza es autoría del compositor apureño Manuel Luna, con melodía de Pedro Emilio Sánchez y Valentín Carucí. Este es el primero de quince largas duración que hace con el maestro Omar Moreno y su conjunto. Lo presentan en el cine Libertador de San Fernando y el público colma el escenario para conocer al nuevo ídolo de Apure. Prosiguen los éxitos al lado de Moreno y los discos "El reverdecer de mi verso", "Un paseo por el Apure", "Llorando mi novia muerta" y "Caballo, toro y majada" entran con fuerza a competir con los grandes.






Debuta en la radio en "Brindis de Venezuela", Caracas, programa conducido por José Romero Bello, junto a figuras consagradas como Melecio García, Juan del Campo, José "Catire" Carpio, José Herrera, Nelson Morales, entre otros. Montoya empieza a ganar espacios a las rancheras y vallenatos, lo más sonado en las rocolas, con sus pasajes y guayabos que enamoran a los venezolanos. Melecio García lo entusiasma a inscribirse en el festival "Gallito de Oro", ocupando el segundo lugar detrás de Romero Bello, organizador del espectáculo y maestro de copleros. Su voz cabalga sobre el potro del verso con su extraordinaria garganta y su grito recio y bravío que no cabe en todo lo ancho de la llanura infinita. Enlazando con la soga de la composición, entre primas, triples y tenoretes del arpa; la interpretación de ritmos criollos con mucha firmeza. Sus condiciones de contrapunteador destacan en cualquier plaza que se presenta, al intercambiar coplas con las más fieros improvisadores al compás de pajarillo, quirpa, chipola, seis por derecho, zumba que zumba, o por donde prefieran sus rivales de turno. Cosecha sus LP "Amor...Llano... y Coplas", "La tristeza del corral", "Francisco Montoya y sus éxitos" y "Pajarillo de mi tierra". Ya la leyenda de Francisco Montoya crece y otros países, principalmente Colombia, sucumben ante su arte e inconfundible capacidad vocal.





Más acetatos llenan la escena folclórica , "El recio", "Apure, yo soy tu hijo", "El inigualable", "El ídolo del Llano" y "El Fabuloso". Gana premios en Venezuela y Colombia, siendo el Florentino de Oro de 1983 su más preciado galardón. Gran cantidad de paisanos lo consideran el interprete más completo del canto llanero, porque además es magnífico contrapunteador. "En todas partes que canto voy con el entusiasmo que la gente oiga mis mensajes culturales y así lo sigo llevando en mi corazón hasta que tenga fuerza y voluntad. He transitado con nuestra música cada rincón de la patria y fuera de ella. Eso me llena de orgullo y me encamina a seguir grabando música venezolana. Así ha sido toda mi vida".




Tres piezas representan a Montoya, Sentimiento apureño, El tigre de Payara y Apure en un viaje, pero su repertorio está repleto de éxitos que aún en la actualidad lo mantienen vigente haciendo presentaciones públicas y privadas. Entre las preferidas de sus seguidores están, Mi lamento, Pajarillo de mi tierra, El caimán de Boca Brava, Apure yo soy tu hijo, La tristeza del corral, Hay un baile en Cunaviche, Brisas de Achaguas, El coplero sin rival, El reverdecer de mi verso, Síganse parando firme, Costas del Capanaparo, El espanto del troncón, Florentino era un coplero, Hay coleadas en mi pueblo, La herencia del canoero, La novia fugada, Las coplas de Pedro Emilio, Yo soy el mismo coplero, Catorce cargas por la libertad, Amor a la distancia, Yo si soy el papaupa, El moderno Florentino, Reaparición del caimán, Carta a Juan Farfán, Sabana candelariela y Cucarachero araucano. Algunas de estas contenidas en los álbumes, "Amor y Llano", "El espanto del troncón", "El coplero araucano", "El moderno Florentino", "Yo soy Venezuela", "Venezuela mía", "El caimán de Boca Brava", "Síganse parando firme", "Viajando por Venezuela", "Yo si soy el papaupa", "Guayabos llaneros", "Esencia y estilo", "Catorce cargas por la libertad", "El guiso de las aves", y otros.









Además graba varios contrapunteos, "Coplas amargas" con Ramón Castillo, "Contrapunteo a lo macho" con Benito Romero, "Entre Cojedes y Apure" con Rafael Masabé, entre otros. Sus últimas obras discográficas las realiza con los arpistas Armando Guerrero, Elio Corona, Gustavo Sánchez y Pedro Pérez. Hoy San Juan de Payara le rinde homenaje con una plaza en su honor, cuyo monumento es intelecto del consagrado escultor apureño Wascar Jaspe. Francisco Montoya es un baluarte nacional y una imagen fundamental en el pentagrama artístico musical del llano, un ejemplo viviente del folclore colombovenezolano. Por ello es un Personaje de mi Pueblo.





*** Edición y Montaje, Lic. Wladimir José Hidalgo Benítez.

*** Agradecemos a la profesora Anaíz Cardoza y sus alumnos por el video sobre la vida de Francisco Montoya. También al profesor José Gregorio Colina Aldana, Buena Música Social, Clásicos del Llano y Radio Mags Blog por los trabajos biográficos del Tigre de Payara.

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