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LULA RODRÍGUEZ. MAESTRA DE LA EXCELENCIA

 * PERSONAJES Y VIVENCIAS DE MI PUEBLO.*


*Ing. Vladimir Hidalgo Loggiodice.*

*LULA RODRÍGUEZ. MAESTRA DE LA EXCELENCIA*




Desconozco cuándo nació, quiénes fueron sus padres, si tuvo hermanos, qué grado de educación recibió. Apenas hace horas me enteré que su nacimiento fue en Arichuna, a orillas del río Apure. Pero puedo asegurar que en 1969 conocí al educador más extraordinario de toda mi vida estudiantil, la siempre recordada y amada Lula Rodríguez, quien con su dedicación labró en el autor de estas notas y en miles de niños apureños el "deber de estudiar para llegar a ser alguien en el futuro". Ese amor por enseñar con tanta pasión quedó grabado en nuestros cerebros y estaremos agradecidos de ella hasta el momento de reencontrarnos en la vida eterna, donde volveremos a su aula de clases.


En la segunda quincena de septiembre, Lula, como exigía que la llamaran sus alumnos, recibía a los estudiantes de cuarto grado, turno de la tarde del Grupo Escolar "Vuelvan Caras", ordenando formación por estatura sin importar el sexo. Inmediatamente pasaban al salón, ocupando una a una las cinco filas de pupitres existentes. Los más pequeños en la fila uno y los altos en la cinco. Pronunciaba el discurso de bienvenida y sobre todo dictaba las reglas a seguir durante el año escolar. Elegía las comisiones de conducta, limpieza, ornato, cartelera y finanzas (encargada de recolectar locha a locha, todos los días, el dinero para la fiesta de fin de año en julio). La totalidad de muchachos participaba y la permanencia en cada grupo duraba quince días, ocurriendo inmediatamente la rotación respectiva. Tenía una delegación especial que se ocupaba de ir diariamente a la cantina a comprar un refresco Chinotto para tomar su medicina. Las responsabilidades eran cumplidas con cariño, respeto, disciplina y honestidad.


En la semana de arranque realizaba un examen exploratorio, para determinar la base que traía el alumnado de años anteriores. La puntuación alcanzada se convertía desde ese instante en algo importante, porque ya las filas dejaban de conformarse por tamaño, para hacerlo por calificaciones. Los más destacados se sentaban en la primera y el estudiante con mejor índice académico ocupaba el asiento privilegiado. Así todos eran ubicados de mayor a menor promedio. Iniciaba así una competencia sana de conocimientos para estimular el estudio y el deseo de sobresalir.


Al entrar al aula cada uno se dirigía al lugar donde quedó la tarde anterior, ni en broma se ocupaba un asiento equivocado. Estos no eran fijos, a diario se efectuaban evaluaciones que permitían una constante rotación. Lula nos hablaba de historia, geografía, salud, lenguaje y otros tópicos. Luego venía el dictado, el cual era tomado con lápiz de creyón. Posteriormente recogía los cuadernos y copiaba lo dictado en el pizarrón. Cada estudiante recibía el escrito de un compañero para detectar los errores ortográficos y ella colocaba la nota. Pobre de aquel que queriendo ayudar a un amigo le borrara los errores y corrigiera. Al día siguiente este mismo dictado había que llevarlo en otro cuaderno que se llamaba "Ortografía en tinta", que no debía tener errores y enmiendas, pues cada palabra mal escrita se repetía cien veces.


La hora de las matemáticas e interrogatorio generaba mucha actividad. Siempre las preguntas iniciaban por la primera fila. Quien respondía correctamente no perdía su puesto, pero en caso contrario, la misma interrogante se efectuaba al alumno de atrás. Si contestaba acertadamente, avanzaba un lugar y el otro retrocedía. Se daba el caso que nadie conocía la respuesta en las cuatro primeras hileras y un chico de la quinta la acertaba. Desde ese momento se convertía directamente en el inquilino de la silla uno en la línea inicial, perdiendo todos un peldaño. Eran momentos de mucha tensión, donde la adrenalina, producto de la emoción, recorría los cuerpos de esos seres que apenas empezaban a andar por el mundo del aprendizaje. La evaluación continua era fabulosa y motivaba a ser mejores.


Al finalizar cada mes, aplicaba la prueba de lapso y ello generaba un nuevo orden de mérito y cambios en las filas. Lula organizaba durante el año tres o cuatro fiestas y todas eran regidas por un acto protocolar. Los dos mejores alumnos para el momento del festejo pronunciaban las palabras de apertura y clausura del mismo, además de dar el primer corte a la torta. Que orgullosos se sentían los privilegiados. Esa mujer baja, de contextura fuerte, enseñaba valores, a respetarnos a nosotros mismos y a los demás, principalmente a los adultos. Cuando abandonaba el salón, o entraba un visitante al mismo, todos de pie hasta recibir la orden de sentarse. Enseguida se adoptaba posición de descanso con la cabeza sobre el pupitre y sin mirar a ningún lado. Existía disciplina, además nos decía que entre nosotros moraba un espía, informante de lo que pasaba en el recinto y esto aumentaba el grado de buen comportamiento.


Entre los condiscípulos de aquel año recuerdo con cariño a Pedro "Nano" Agrinzones, Mary y Pina Rodríguez, Marianela y Juana Colmenares, Joseito Hidalgo, Argelita Pérez, Nancy Silva, Nurys Echenique, Iris Díaz, Morelia Realza, Rafael Flores, Alba Romero, Jesús Boggio, Judith Bolívar, Elvys Pérez, Azael Mirabal, Mireya Velásquez, entre otros. A partir de enero, nuestra preocupada maestra obligaba a los estudiantes con bajas calificaciones a asistir los sábados al colegio, e invitaba a los cinco más destacados a ayudarla en la tarea de nivelación. Al culminar el año la formación era de primera y el compañerismo mayúsculo y único. La fiesta de julio era un acontecimiento en "Vuelvan Caras". Asistía la directora, Ana Leonor Mayol, la subdirectora, Isabel Serrano de Rodríguez, el personal administrativo y todas las maestras, encabezadas por las de quinto grado que "iban a la caza de los consentidos de Lula". El disfrute era total y se respiraba celebración por alcanzar la meta propuesta.


Junto a Lula formaban equipo maestros de avanzada con suprema vocación de servicio. A ellos también debemos nuestra instrucción. Rendimos honores a Olga Castro de Castillo, Emperatriz de Loreto, Elgia de Escalona, Iraima Herrera, Maritza Herrera de Diamond, Josefina Silva de Licon, María Loggiodice de Laprea, Luisa de Umanés, Yovanina de Carstens, María de González, Rosa de Bolívar, Carmen Luque, Josefina de Almeida, Iramís Colina de Camel, Margarita Leguizamón, maestro García, Edith de Navas, Edith Ramírez, Inés Tirado de Ramírez, Moira Hurtado de Guevara, Juana Brache de Díaz, Sobella Sanoja de Digemma, Gladys de Fariña, Elenita González, y otros valiosos que escapan a mi memoria.





Lula, en cualquier parte del cielo que te encuentres, seguro estás dictando cátedra y usando tu célebre frase "pase arriba" para las respuestas acertadas. Gracias en nombre de todos los infantes de la promoción 1969-1970. Robaste nuestros corazones y ganaste la admiración de todos. Por miles de niños agradecidos y bien educados, eres un Personaje de mi Pueblo.


*** Edición y Montaje, Wladimir José Hidalgo Benítez. 

*** Por el respaldo fotográfico agradecemos a Silvia Mercedes Laprea, Negra Maica, Chabela Bermúdez, Iván Darío Pérez, Francisco Castillo, Thaís Diamond, María del Mar Castillo, Odilia Leguizamón, Egilda Navas y Leopoldo Gamarra.

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Comentarios

  1. Hermano, tus escritos tienen la virtud de transportarnos en el tiempo a aquellos lugares donde fuimos felices, interactuando con aquellos personajes que tuvieron un impacto sobre nuestras vidas,

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  2. Excelente narración, felicidades por tal excelente trabajo.Un abrazo




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  3. Maestros como Lula Rodríguez es lo que necesita urgentemente nuestra sociedad. Maestros con vocación de alma y espiritu; con deseos de formar hombres y mujeres decentes, útiles, dignos y necesarios para la familia y la sociedad. Seguramente Lula Rodríguez, era maestra normalista formada en la Escuela Normal. Con razón hermano tú tienes una ortografía a prueba de bomba nuclear. Es así como yo quiero ser recordada por mis alumnos. Es así como recuerdo a mi hermana Bertha Zoraida, mi maestra de mis tres años de educación primaria en la escuela rural de Los Arrieros. Es una mujer a quien siempre he amado y admirado mucho.

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